¿Qué es el CIDAC?

¿Qué es el CIDAC?

EN LA SEDE DEL BARRIO DE BARRACAS HAY VARIAS ACTIVIDADES, EN ESTA NOTA, EL COORDINADOR GENERAL DEL CENTRO NOS CUENTA UN POCO DE LA HISTORIA Y DEL PRESENTE DEL CIDAC.

por Juan Pablo Cervera Novo

Coordinador general

Desde que tenemos memoria, a la ciudad de Buenos Aires –hoy autónoma– se la suele mencionar como la más “desarrollada” de nuestro país. Tiene los mejores indicadores económicos relativos del territorio argentino, comparables con las ciudades europeas más importantes del mundo. De hecho, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires genera el producto bruto geográfico per cápita (PBG) más alto de las jurisdicciones (en el año 2016 fue de USD 14.482 con una participación en el PBI nacional del 23%)1.

Sin embargo, lo que estos indicadores no permiten ver es la profunda desigualdad socioeconómica que la ciudad de Buenos Aires produce y presenta históricamente al interior de su territorio y que se expresa en términos geográficos con un norte cada vez más rico y un sur cada vez más pobre. Solo a modo de ilustración de este fenómeno puede mencionarse que en el 2016 el ingreso total familiar (ITF) medio de los hogares de la ciudad fue de $22.202. Pero si miramos cómo se distribuye, podemos ver que en los hogares residentes en el norte ($27.019), el ITF fue casi un 53% superior al de los hogares del sur ($17.717) y mayor al 24% respecto de los hogares del centro ($21.742)2.

Esta desigualdad socioeconómica entre las poblaciones del norte y del sur, que irrumpe y que implica para grandes sectores la imposibilidad de acceso a derechos fundamentales –como vivienda, educación, salud, trabajo, entre otros– es la que interpela profundamente a la comunidad educativa de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA (FFyL) en cuanto universidad pública que es sostenida por el conjunto de la sociedad, incluyendo a aquellos que no logran acceder a la universidad.

Como respuesta a esta situación, hacia el año 2008 las autoridades de la FFyL, con la participación de los distintos claustros, convocaron a la construcción de una propuesta institucional que habilite a la universidad y a los actores universitarios interesados (estudiantes, docentes, no docentes, investigadores y graduados), en diálogo con organizaciones sociales e instituciones con desarrollo territorial en la zona sur de la ciudad, a desarrollar nuevas propuestas de prácticas universitarias que logren situarse en las problemáticas de desigualdad presentes localmente en los territorios de la ciudad de Buenos Aires (donde pertenece la UBA), sobre la base de algunas preguntas como ¿cuál es la incumbencia y responsabilidad de las universidades públicas (sin reemplazar a las agencias del Estado que deben garantizar el acceso a los derechos mencionados) en el mejoramiento de la calidad de vida de las poblaciones donde dichas universidades están enclavadas? ¿Cuál es la pertinencia social del conocimiento que en ellas se produce y el modelo de profesional/intelectual que producen y reproducen? ¿Dicho conocimiento aporta algo a la transformación de las desigualdades sociales? ¿Fortalece los procesos de organización social y política de los sectores populares en pos de organizar las demandas de los derechos vulnerados y de la resolución de las problemáticas locales que afectan a estos sectores? ¿Cómo y quién define las agendas de investigación? Es decir, ¿conocimiento para qué y para quién?

Estas preguntas en torno al sentido del conocimiento van acompañadas de otras vinculadas a los enfoques pedagógicos promovidos en la formación de los/as estudiantes, como ¿qué perfil de intelectual/profesional generan las universidades nacionales? ¿Qué instancias pedagógicas de diálogo se producen en las distintas carreras entre estudiantes, docentes y sujetos sociales situados en un territorio determinado con problemáticas concretas que nos inviten a contrastar la reproducción de los saberes que se generan en el aula? ¿Cuáles son esos sujetos con los que buscamos dialogar y desde dónde? En definitiva ¿cómo producir una mayor democratización de la universidad pública y de qué manera promover la formación de sujetos comprometidos políticamente con los sectores populares?

En función de estas preguntas, en el año 2008 la FFyL gestionó –por medio de una cesión de la ONABE3– un predio en el barrio de Barracas, en el sur de la ciudad de Buenos Aires, y creó allí el Centro de Innovación y Desarrollo para la Acción Comunitaria (CIDAC), que inauguró su sede física en el año 2011.

Este centro de extensión universitaria propone conceptualmente crear un polo generador de una nueva dimensión de las prácticas universitarias en la UBA: la integralidad de las prácticas de extensión, docencia e investigación en el nivel comunitario del sur de la ciudad, que puedan movilizar tanto a la comunidad académica como a los actores sociales del territorio donde el CIDAC se encuentra ubicado. Así, se produce un proceso de implantación territorial que abarca la mayor parte de la comuna 4. En este sentido, la territorialización del ámbito universitario resulta una experiencia innovadora en materia de política universitaria por tres cuestiones importantes. En primer lugar, porque pretende replantear el proceso de gestión de conocimiento tradicional, autocentrado y reproductivista, a partir de generar una política de investigación en relación a la construcción de la demanda. En segundo lugar, porque busca involucrarse en el territorio para pensarlo, ser parte y generar procesos de integración socioeducativa, de manera de favorecer el acceso de aquellos sectores que, históricamente, han tenido negados diversos derechos, entre estos el de acceder a experiencias universitarias. En tercer lugar, porque se trata de avanzar en propuestas de cogestión entre la comunidad, la universidad y el Estado.

La ubicación del CIDAC en la zona sur de la ciudad de Buenos Aires se debe, como dijimos anteriormente, a una cuestión de pertinencia geográfica: ponemos a la UBA de cara a las necesidades de su entorno más próximo. En este marco, se da la posibilidad de desarrollar un modelo de gestión participativa que incluya a las organizaciones sociales, a la universidad y a las agencias estatales, y que produzca políticas cogestionadas en el territorio, vinculadas al fortalecimiento organizativo y a la resolución de problemáticas locales. Es decir, según nuestro criterio, la universidad no debe ser una caja de resonancia del afuera, sino que debe ser parte constituyente de la trama que da lugar a los procesos políticos y sociales de avance y/o resistencia popular en materia de apropiación y/o ampliación de derechos.

Como ya dijimos, este centro propone a la extensión universitaria como motor de las prácticas integrales en los territorios. Así, se comienzan a abrir múltiples experiencias y debates en torno a la posibilidad de encauzar, de algún modo, el accionar del CIDAC en dos sentidos. En primer lugar, hacia políticas de inserción social y de atención a las demandas sociales de los sectores populares, en territorios concretos, acompañando y articulando acciones en el desarrollo de políticas públicas. En segundo lugar, hacia el hecho de repensar estos tipos de prácticas como posibilidad pedagógica para el estudiantado universitario. En este marco, se resignifica un amplio campo de intervención de las prácticas universitarias que se expresa por medio de una concepción nueva de las prácticas extensionistas. Es decir, comienza un proceso de cambio en la concepción de la práctica de extensión, que pasa de considerarse una herramienta universitaria para “dar” a los sectores no universitarios, a permitir principalmente “aprender” y generar nuevos modos de enseñar e investigar. Este carácter pedagógico de la extensión es una de las innovaciones más significativas de la época.

Cabe aclarar que desde este centro –en consonancia con todo un movimiento que se genera en la última década en las universidades nacionales– se hace una fuerte crítica a la noción clásica de extensión, es decir, a aquella que entiende a las universidades como única usina productora de conocimiento válido y que traduce a la práctica extensionista como la transmisión unidireccional del conocimiento hacia los sectores no académicos que no lo tienen ni lo producen. En contraposición a este tipo de enfoque, y en plena disputa por el sentido, se promueven prácticas que contemplen a los sujetos e instituciones como productores de conocimientos válidos –según el contexto de uso– en partir de modelos dialógicos y situados. Además de esto, la extensión universitaria también tracciona para que ese conocimiento sea significativo y socialmente comprometido con las comunidades en las cuales se insertan las prácticas extensionistas.

Desde el 2008 a la fecha, el CIDAC se constituye como continente institucional para el desarrollo de programas, proyectos y prácticas de extensión universitaria, así como de dispositivos socioeducativos en el ámbito local, y compromete el trabajo de innovación y acción comunitaria en los barrios y con los sectores populares de la zona sur de la ciudad de Buenos Aires. A la vez que se va transformando, desde estas experiencias que nacen de la extensión universitaria, en un centro de prácticas universitarias “territorializadas” para distintas carreras de la FFyL (las Prácticas Socioeducativas Territorializadas), de otras facultades de la UBA (FAUBA, FSoc) y de otras universidades públicas (UNDAV) e instituciones educativas terciarias no universitarias. Es decir, propone nuevas formas de aprender, enseñar e investigar. Un nuevo ámbito de formación, encuentro, debate y producción para estudiantes por fuera de los límites del aula.

Sobre su organización y funcionamiento

Las acciones que lleva adelante el CIDAC van desde la implementación de distintos dispositivos de integración socioeducativa y comunitaria, hasta el desarrollo de proyectos y programas de extensión universitaria, actividades académicas y de formación en general. Desde el año 2008 han funcionado más de veinte equipos de trabajo y más de cuarenta proyectos. Actualmente, los equipos y proyectos “Arte y sociedad”, “Migraciones”, “Educación, género y sexualidades”, “Educación y diversidad sociocultural”, “Economía popular, trabajo y territorio”, “Formación para el trabajo”, “Representaciones identitarias en el bajo Flores”, “Letras clásicas”, “Educación y psicopedagogía”, “Barrilete cultural (Cátedra Libre DDHH - Área Jóvenes)”, “Diversidad lingüística”, “Oralidad, lectura y escritura en contextos”, “Pueblos indígenas” realizan actividades de extensión en la sede y en los barrios de las comunas 4 y 7 (escuelas, comedores, cooperativas, centros culturales, organizaciones y redes barriales).

Por el centro y los equipos transitan estudiantes de distintas carreras interesados/as en recorrer experiencias formativas fuera del aula, docentes, vecinos/as, trabajadores /as y referentes de instituciones y organizaciones que, en esta praxis, construyen un camino de enseñanza-aprendizaje situado en demandas concretas o propuestas de equipos acordadas con los actores locales. Concebido desde la convicción de que el conocimiento socialmente significativo se construye en articulación con otros sectores, el CIDAC ha ido tendiendo lazos con múltiples instituciones y organizaciones, principalmente de la comuna 4, con quienes realiza actividades y proyectos de manera colectiva, vinculando así, dialógicamente, procesos de fortalecimiento territorial con la formación universitaria. Es decir, propone, institucionalmente, nuevas formas de aprender, enseñar e investigar en relación con los problemas sociales locales.

A modo de presentación esquemática, la organización institucional del centro puede resumirse de la siguiente manera:

1- Dirección, junto con un equipo de coordinación general4: llevan adelante diversas actividades de gestión del centro, a saber: organizan y coordinan seminarios de grado, posgrado y extensión, así como jornadas de reflexión de las prácticas entre equipos, proyectos y programas de extensión universitaria; coordinan y realizan proyectos de investigación que permitan indagar sobre el vínculo entre universidad y sociedad; coordinan, facilitan y articulan la vinculación de los equipos de trabajo, proyectos y programas de extensión de la facultad y otras unidades académicas con los diversos actores territoriales y sus demandas; participan y promueven la participación de equipos en redes barriales con distintos actores locales; coordinan y gestionan diversos dispositivos de integración socioeducativas; promueven y desarrollan vínculos interuniversitarios; formulan, gestionan y coordinan proyectos de articulación con políticas públicas, entre otras funciones.

2- Equipos de trabajo. Están conformados por equipos de investigación, cátedras, proyectos de extensión (voluntariado universitario, UBANEX, etc.), programas estables de extensión y distintas conformaciones organizativas que residen institucionalmente en el CIDAC y/o que tienen como objetivo el desarrollo de actividades académicas en el territorio5. Si bien tienen desarrollos independientes, desde el centro se intenta coordinar, integrar y fortalecer institucionalmente las distintas propuestas, así como orientar los diversos abordajes. El espacio organizativo de esta estructura son los plenarios de coordinaciones de equipos que se realizan cuatrimestralmente y las reuniones por área.

La composición de los equipos fue y es dinámica, tanto docentes como estudiantes pueden permanecer o circular en áreas de interés. El fuerte componente de movilidad y transformación que tienen se debe a que se van realimentando de las realidades y de las demandas territoriales, de las coyunturas políticas por las cuales somos atravesados todos y de los intereses que construye cada equipo en relación con su contexto mayor. La coordinación de cada equipo está acreditada por los órganos pertinentes de la UBA, ya sea en el ámbito de la docencia, de la investigación o de la extensión, y es su función contener y dar continuidad a los procesos en movimiento a los que se suman estudiantes. Generalmente, los/as responsables de los equipos estructuran los trabajos de extensión utilizando las políticas de extensión universitaria existentes (proyectos con una duración de un año como mínimo con posibilidad de dar continuidad o readecuar la propuesta o demanda).

En los últimos años, se fueron dando dos procesos muy interesantes de transformación en los equipos de extensión nucleados en el CIDAC. El primero fue el involucramiento de algunos de ellos en el rediseño y ejecución de políticas públicas de atención directa llevadas adelante en el CIDAC6. El otro, más reciente y con mayores implicancias institucionales, tiene que ver con la intención de curricularizar estas experiencias que, hasta la creación del Programa de Seminarios de Prácticas Socioeducativas Territorializadas en el 20167, no permitían la acreditación curricular de la extensión en las carreras de grado. Es en estas instancias donde se da con estudiantes el llamado “aprendizaje situado” que permiten las prácticas de extensión universitaria cuando se entrecruzan con otras prácticas de intervención, mediadas por la reflexión.

3- Consejo Consultivo Social del CIDAC. Este es un espacio de participación abierta y de diálogo entre las organizaciones e instituciones con desarrollo territorial en la zona de abordaje del CIDAC y los equipos de este centro. La intención del consejo es poder presentar las propuestas de trabajo, así como incorporar a la agenda institucional aquellas demandas surgidas de estos espacios. Se intenta sostener tres encuentros anuales ordinarios (de presentación y organización, de evaluación de medio término, y de cierre y proyección).

A modo de cierre

Hemos intentado describir algunos de los ejes que consideramos centrales para entender nuestra propuesta de territorialización de la Facultad de Filosofía y Letras en el sur de la ciudad de Buenos Aires, en función de la idea de que la universidad debe comprometerse a acompañar los procesos organizativos que permitan la transformación de las desigualdades sociales presentes el sur de “la Reina del Plata”, corriéndose de las disciplinas para abordar la realidad “indisciplinada”.

De allí que Filo se incline al sur. Un sur siempre olvidado, estigmatizado, subalterno, empobrecido y explotado. Un desafío para una universidad fuertemente “tradicional” como la nuestra. En este sentido, y a modo de cierre, los/as invitamos a transitar las propuestas que cobija el CIDAC, el cual entiende que, en la búsqueda de instituirse como un proyecto de democratización de la universidad pública, no se trata solo de incluir sujetos y problemáticas en una estructura de sentidos ya dada, sino también de abarcar una necesaria transformación de esas estructuras.

Estás invitado/a a sumarte.

www.cidac.filo.uba.ar

FB: CIDAC-Barracas


1. Fuente: www.abeceb.com

2. Fuente: Ingresos en la ciudad de Buenos Aires. Informe 1er trimestre 2016. Dirección General de Estadísticas y Censos. Ministerio de Hacienda. GCBA.

3. Organismo Nacional de Administración de Bienes del Estado

4. Que contempla las coordinaciones académica, de territorio y de equipos de trabajo, de proyectos y unidades de apoyo (comunicación y prensa, equipo territorial, entre otros).

5. Estos equipos pueden ser integrales (es decir que en su propuesta de trabajo integran la docencia por medio de una materia o seminario curricular, la investigación por medio de un proyecto reconocido institucionalmente y la extensión por medio de proyectos con reconocimiento institucional) o pueden ser de acción comunitaria (que no necesariamente puedan acreditar las tres funciones, pero que mantienen una relación sostenida más allá de un año con el área-problema abordado en el marco institucional del CIDAC). Actualmente se encuentran en funcionamiento más de diez equipos. Pueden encontrar información sobre ellos en http://www.cidac.filo.uba.ar/equipos-de-trabajo.

6. Son varios los equipos que han asumido el desarrollo de programas, –principalmente socioeducativos– como el Centro de Aprendizaje Infantil (CAI), diplomaturas para organizaciones sociales con los Ministerios de Trabajo y de Desarrollo, talleres artísticos con el Programa Adolescencia, cursos de formación profesional, entre otros. A su vez, se construyen otros a partir de la implementación de políticas como el FinEs.

7. Este punto se desarrolla en la nota de la Mirtha Lischetti “En acción” que está en este número de la revista.

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